Cuando escuchamos la palabra droga, muchas veces la asociamos con adicción, destrucción y pérdida de control. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de sustancias psicodélicas como la psilocibina, el LSD o la ayahuasca? ¿También deben colocarse en la misma categoría? La respuesta no es tan simple como parece.
La palabra «droga» y su carga cultural
Técnicamente, una droga es cualquier sustancia que genera cambios en el sistema nervioso central. Bajo esa definición, el café, el alcohol, el tabaco, los analgésicos, e incluso algunos medicamentos psiquiátricos, entran en esta categoría. Pero socialmente, la palabra droga ha sido cargada de estigmas, y ese estigma ha influido en cómo percibimos a los psicodélicos.
¿Qué son los psicodélicos?
Los psicodélicos son sustancias que alteran la percepción, el pensamiento y las emociones. La psilocibina (presente en los llamados «hongos mágicos»), la mescalina (del peyote o san pedro), el LSD y la DMT (presente en el yopo o ayahuasca), son ejemplos conocidos. Estas sustancias han sido usadas por culturas ancestrales durante siglos, no como escapes, sino como herramientas sagradas para sanar, conectar con lo divino y explorar la conciencia.
¿Generan adicción?
Uno de los grandes mitos sobre los psicodélicos es que son adictivos. La verdad es que, a diferencia de muchas drogas legales e ilegales, los psicodélicos clásicos no generan dependencia física ni compulsión de uso frecuente. De hecho, su intensidad y el nivel de introspección que provocan suelen invitar al respeto y al uso esporádico.
¿Entonces por qué fueron prohibidos?
Durante el siglo XX, especialmente en los años 60 y 70, el auge de los movimientos contraculturales llevó a una fuerte reacción política y social. Los psicodélicos fueron prohibidos y etiquetados como peligrosos, sin que se consideraran a fondo sus usos terapéuticos o espirituales. Esa prohibición no se basó únicamente en evidencia científica, sino en un contexto político y cultural.
Un nuevo despertar
Hoy, gracias a investigaciones científicas y clínicas, estamos viviendo un renacimiento psicodélico. Universidades como Johns Hopkins y el Imperial College de Londres estudian sus efectos en la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático y otros trastornos. Incluso la OMS y la FDA están reconociendo su potencial terapéutico.
Entonces… ¿los psicodélicos son una droga?
Sí, si lo hablamos desde un punto de vista técnico. Pero no, si lo entendemos desde el corazón y la conciencia. Los psicodélicos, en contextos adecuados, no son una vía de escape ni una sustancia recreativa cualquiera: son herramientas profundas que nos permiten mirar hacia dentro, cuestionar nuestras creencias, y en muchos casos, sanar.
En Comechido…
Creemos en el poder de los hongos, no solo como alimento o suplemento, sino como maestros. Nos mueve el deseo de compartir información responsable, integradora y sin estigmas. Porque entendemos que el camino de la conciencia no se trata de consumir más, sino de saber para qué, cómo y con qué intención.
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