Cuando escuchamos la palabra efectos secundarios, solemos imaginar algo negativo, como si fueran daños colaterales que debemos evitar a toda costa. Pero la realidad es que un efecto secundario es simplemente algo que pasa además del efecto principal.
Por ejemplo: tomas café para tener energía, y como consecuencia puede que no duermas en la noche o que tu corazón lata más rápido. Eso no significa que el café sea “malo”, solo que viene acompañado de otras reacciones.
Con los hongos mágicos pasa algo similar. Muchas veces lo que llamamos “efectos secundarios” en realidad son parte del proceso y cumplen un propósito dentro de la experiencia.
Efectos comunes del consumo de hongos
- Náuseas: tu cuerpo se está adaptando y preparando para lo que viene.
- Miedo: surge como una puerta hacia lo que normalmente evitamos en la vida diaria.
- Sensibilidad emocional: es la manera en la que aflora lo que solemos guardar en lo profundo.
Ninguno de estos efectos aparece para arruinarte el viaje. Al contrario:
👉 Están ahí para recordarte que el camino hacia la conciencia no siempre es cómodo.
👉 Son señales de que la experiencia está haciendo su trabajo: mover lo que necesita ser mirado.
Aprender a recibir la incomodidad
Los hongos no solo abren puertas a paisajes internos llenos de paz y creatividad, también nos muestran lo que hemos evitado. Esa incomodidad es, muchas veces, el inicio de una transformación real.
Por eso, en lugar de resistir esos momentos, la invitación es a recibirlos con respeto y apertura. Entender que incluso las náuseas, el miedo o las lágrimas son parte de la medicina, y que cada sensación tiene un propósito en el proceso de sanar y expandir la conciencia.
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